Wednesday, November 29, 2006

Cumpleaños en Chicago


Cómo pudo desbordarse (alguna vez) el amor
de esa manera irreverente, con punzones de luz
en las vértebras?

Hoy camino por Chicago ,nostálgica de eso
que no entiendo bien.

Con una sutil verguenza entrando poco a poco
y la piel mirando la tersura en otros ojos.

Nada nuevo , el
mismo maravilloso viaje
de los cuerpos.

El mismo sendero redondo
del río azul.

Sunday, November 05, 2006

Pido disculpas



Pido disculpas por el abandono de mi pequeño espacio en el aire electrónico.
Este extraño viaje que me ha llevado a Chicago me tiene distraído el corazón,el pensamiento y la comunicación.

Pero eso si, la amistad florece en todas partes.Hace menos de un mes fui a escuchar un concierto de guitarra al Chicago Cultural Center, al finalizar se me acerca con una gran sonrisa una mujer de ojos dulces, voz suave, acogedora. ..Shlomit ! que haces aquí! . Me acerqué y nos abrazamos. No la conocía.
Se llama Ivania. A diario nos comunicamos por internet y una que otra llamada por teléfono para informarme de los mejores espectáculos artísticos que se presentan en esta ciudad, pero también hablamos de literatura, cine etc. Hoy me mandó esta entrevista de nuestra fabulosa María Luisa Bombal encontrada en esta página : http://www.letras.s5.com/bombal|1.htm Quiero compartir un trozo que por estos días me hace sentido como viajera en el país del norte. Me pareció extraordinaria.
Es historia pura. Échenle una mirada.

"Viví veintinueve años en Estados Unidos, yo digo treinta porque sale más fácil. Pero tú sabes que en ese país los escritores están tan dispersos que no existen los grupos, el único modo de comunicarse con ellos es a través de sus editores. Ahora, cuando fui representante al PEN Club, fue cuando conocí a Sherwood Anderson, a Elskine Caldwell... Fuimos todos a la Casa Blanca y nos recibió Roosevelt. Claro que yo seguí manteniendo contacto con los escritores latinoamericanos y, cuando iban a Estados Unidos, pasaban a verme... De ahí nació mi gran amistad con Gabriela Mistral, éramos grandes amigas y eso que nos veíamos poco. A Gabriela la conocí en Buenos Aires, cuando yo ya había publicado, era admiradora de ella desde chica. Gabriela me leyó a mí cuando estaba en el Brasil y desde allá me enviaba unas cartas muy lindas... Cuando pasó por Buenos Aires, Angélica Ocampo, la hermana de Victoria, me mandó a decir que Gabriela quería verme, así la conocí. Y después la volví a ver en los Estados Unidos, en Los Angeles, en Nueva York, y creo que fui una de las primeras personas que la vio muerta, que le trajo flores... se las puse sobre el pecho, estaba preciosa Gabriela... (emocionada). Su secretaria me avisó que había muerto y que había dejado una carta inconclusa para mí. En Los Angeles, ella estaba pasando una tragedia terrible, los chilenos eran muy injustos con ella... dicen que Gabriela se sentía perseguida... es que la perseguían (indignada)... ¡Yo soy testigo! Y allá en Los Angeles la tuvo que defender México... Los chilenos se portaban pésimo con ella, incluso no le entregaban su correspondencia y la dejaban tirada en el baño... ¡Eso yo lo ví!... Entre los lavatorios donde corría el agua... Allá en su casa, en los alrededores de Los Angeles, la mayordoma, el jardinero y el chofer que tenía le daban pastillas de dormir y hacían fiestocas hasta que ella se dio cuenta y pidió ayuda al cónsul interino de Chile para que le ayudara a echarlos porque tú sabes que allá, por las leyes laborales, etc., no es tan fácil deshacerse de los empleados... Pero, no quiso ayudarla y fue el cónsul de México el que la ayudó... Cuando la ví en su feretro, le comenté a mi marido: "Fíjese que Gabriela estaba aún ahí, no estaba muerta" y él me respondió "Es que en los seres superiores es así" y tenía razón... A diferencia de Neruda que me llamaba "Madame Mérimée" y "abeja de fuego", Gabriela me decía "chiquita", como le decía a todas las escritoras más jóvenes.
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